domingo, 19 de abril de 2009

Mauricio Bayona del Nuevo Herald defiende a Shakira de los comentarios de María Isabel Rueda

ZONA FRANCA
Llegó 'la hora de partir cobijas'
Por MAURICIO BAYONA
Especial/El Nuevo Herald

El título de esta columna no es mío. Es de una muy veterana periodista colombiana, María Isabel Rueda, que en un artículo, cargado de rabia, profundos abismos intelectuales y una rudimentaria redacción, se refiere a la necesidad de que los millones de seguidores de Shakira y Juanes decidan de una vez por todas quién es mejor: si ella o él.
El postulado es de por sí de naturaleza boba y torpe, sobre todo cuando estos dos colombianos, precisamente, lo que han hecho, cada uno en su particular estilo, es sacar muy bien la cara por un país, por un continente y una raza, la hispanolatinoamericana.
Cito a Rueda. ''Ella es oportunista, calculadora y anda con un novio que nos cae gordo'', escribe sobre Shakira y su novio argentino esta exquisita pluma. ``Mientras a Juanes le fluyen las ideas musicales en los taxis ..., Shakira se ha refugiado en los duetos para disimular su falta de inspiración actual''.
Sospechaba que la Rueda era calculadora en varios terrenos, como los del protagonismo innecesario y la ignorancia, pero no tanto. Hablar así de Shakira, una mujer dotada de virtudes, cuya música ha comandado por años las listas de las canciones más oídas en Estados Unidos y Europa, sin contar las otras Américas, que canta tan bien en inglés como en español, que un día se inventa un bolero y al otro una balada pop, que baila como pocas en su estilo, que es inteligente, generosa --la semana pasada el ex presidente Bill Clinton visitó su colegio y fundación Pies Descalzos en Barranquilla y se unió a esa noble causa con una donación de dos millones de dólares-- es hablar muy mal de una tierra que no ofrece con frecuencia este tipo de nivel que conmueve al mundo entero, digo, en el género artístico.
Cito nuevamente a la Rueda hablando de Shakira. ''Se saca fotos con los niños pobres que va a recibir en su colegio. Es de las que no consideran útil hacer caridades sin contarlas'', dice esta triste herencia de la tierra de García Márquez. ``A Juanes, en cambio, su causa contra las minas quiebrapatas le fluye espontáneamente del alma. No la usa para ser más famoso''.
La verdad, no sé si Rueda alucina, si tiene mucha suerte o influencia para que la dejen escribir y publicar este tipo de cosas, si odia a Shakira por ser una colombiana capaz, generosa, entera en su dignidad y bonita o, simplemente, es demasiado tonta y envidiosa.
Y aunque me inclino a pensar que esta muy veterana comunicadora es la suma de todo lo anterior, indigna aun más que meta en esta infame pelea --que pareciera muy personal contra Shakira-- a Juanes, un hombre maravilloso, también del talento de la barranquillera, de un corazón como un océano, divertido y que, al igual que su compatriota, ha sabido ganarse el respeto de millones de personas con su música y con su particular y bella manera de ser.
'A Shakira le dicen `shekera' porque le suena la caja registradora al mismo compás que Juanes lleva el ritmo en la caja de la guitarra'', dice Rueda. La comparación parece hecha por una niña de dos años. Nada tiene que ver lo uno con lo otro. Y además. ¿Qué tiene de malo ganar dinero --y ojalá mucho-- por lo que uno hace? Absolutamente nada.
Hace pocos días Juanes decía que quería darle a sus hijos todos los juguetes que él no tuvo. Normal. Todos queremos darles una vida mejor a nuestros hijos. Pero para la Rueda está muy mal que Shakira cobre por lo que hace y, peor, si con parte de ese dinero construye colegios y fundaciones para los más necesitados que hoy galopan exitosamente. No se entiende.
Al final de su columna Rueda dice: ''A mí Juanes me parece un osito de peluche. Dan ganas de rascarle la barriga y a ella de emparejarle el color del pelo''. No sé si Rueda se mira con frecuencia al espejo, pero debería. No sé si quería ser ingeniosa, astuta o divertida con su desafortunada columna, pero envidiarle de esa manera la sensualidad, la juventud y el talento a una mujer como Shakira deja en claro sus malas intenciones, como si en vez de sangre circulara veneno e insensatez por sus venas.
Para mí, en cambio, son dos colombianos sorprendentes y, repito, orgullo de toda una raza. Dos artistas diferentes pero que codo a codo conquistan tierras extrañas y que nunca se olvidan de la suya propia. Los dos tan buenos, los dos tan nobles. Los dos tan inteligentes. Adjetivo que, por lo demás, no es buena parte de la vida de esta periodista.

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